¿NORMALIDAD DEMOCRATICA?: IGLESIAS TIENE RAZON
23 Febrero 2021/EC
Con profundo dolor –mayor que si me intentaran poner la vacuna del malvado Bill Gates- tengo que dar la razón al vicepresidente del gobierno español, Pablo Iglesias, cuando dice que no hay «normalidad democrática en España», pero no por lo que él dice "los golpistas están en prisión", sino por la cantidad de atentados y violaciones de la democracia y de la Constitución que en el tiempo ha sufrido y que en el presente un tipo como él, totalitario, comunista y anti demócrata, también está infringiendo.
Es fácil encontrar centenares de razones y hechos que demuestran que España carece de "normalidad democrática", es decir, que no es una democracia, de las cuales mencionaré algunas porque la lista completa sería insoportable en un artículo de prensa.
El principal argumento y drama de todo los existentes es que España, como nación democrática de hombres y mujeres libres no existe por estar gobernada no por demócratas legítimos- elegidos en elección directa por los ciudadanos- sino por corruptos, legales, pero con peligrosos rasgos totalitarios, que ni conocen ni respetan las reglas, libertades y derechos que exige la democracia.
Por que existan residuos, no significa que exista democracia porque faltan elementos fundamentales como, elecciones realmente libres y limpias, separación de poderes básicos del Estado, controles democráticos fuertes al poder, una sociedad civil influyente, unos medios de comunicación libres, veraces e independientes, protagonismo ciudadano y un largo etcétera.
En España puede afirmarse sin temor a equivocarnos que no se cumple ni una sola de las exigencias básicas de la democracia. La mentira, el incumplimiento de las promesas electorales, las alianzas para gobernar en contra de los compromisos adquiridos, el engaño, la censura, el clientelismo, el reparto mafioso del dinero público, el despilfarro, la abundante financiación de los partidos con dinero de los impuestos, los mismos impuestos abusivos y confiscatorios y las nulas exigencias y controles a la clase política, blindada con aforamientos y privilegios que superan los de cualquier otra nación del mundo, son rasgos españoles ajenos por completo a la democracia .
La democracia en España se ha reducido a votar cada cuatro años a los individuos que designa el Jefe del partido de turno. Nada más que eso. La democracia, una vez que se conquista, hay que seguir defendiéndola cada día –como lo harían si los preseleccionara el pueblo- y luchar por ella.
Cuando el pueblo o sociedad civil se relaja o no existe en esa lucha –como es el caso en España- los políticos avanzan y configuran el sistema a su gusto, para poder mandar sin obstáculos, convirtiendo la democracia en tiranía. Ya lo advirtieron los clásicos griegos y así ha ocurrido en España, donde los españoles dejamos a los políticos libres para remodelar el sistema y han convertido la democracia en basura autoritaria el abuso y la corrupción.
Los numerosos dictámenes y fallos de los tribunales europeos contra España, como los que condenan la ley hipotecaria y algunos impuestos abusivos, como el de Sucesiones y Donaciones, son síntomas de que los europeos están descubriendo por fin la tenebrosa verdad política sobre España. Hasta el que fue primer ministro sueco, Frederick Reinfeldt, acierta cuando afirma que en España existe una profunda relación entre déficit público y corrupción. El saqueo impune de las cajas de ahorro, el robo que se perpetra desde el poder, el enriquecimiento ilícito de miles de políticos y la concesión arbitraria y venal de contratos públicos, subvenciones, concesiones, ayudas y otros favores inconfesables agudizan el déficit público español y aceleran la ruina del país.
Pero hay otros cientos de leyes y costumbres que son abiertamente contrarias a la democracia y que en España tienen una vigencia cruel y desalmada. Los impuestos abusivos, la desigualdad ante la ley, el nombramiento de jueces y magistrados por parte de los partidos políticos, la ausencia de democracia en la vida interna de los partidos, la tortura encubierta en comisarías y cuarteles, el acoso y persecución del adversario, las concesiones de contratos y subvenciones, muchas veces tramposas y trucadas, el cobro de comisiones, el urbanismo salvaje, el enriquecimiento ilícito de miles de políticos, el saqueo sistemático al que han sido sometidas las cajas de ahorro y otras instituciones públicas, la estafa masiva a los ciudadanos con las participaciones preferentes, realizada con permiso del Banco de España y de la clase política en general, que ha participado del expolio, las listas negras de empresarios y pensadores, el amiguismo el enchufismo, el nepotismo, las oposiciones a cargos públicos trucadas y mil otras tropelías, chapuzas, fechorías y delitos, además de todas las modalidades posibles de corrupción y chulería, vigentes en una España que se parece más a un gigantesco vertedero que a una verdadera democracia.
Como observaran el alejamiento de la democracia no es un problema actual sino antiguo y consustancial al sistema político español, que fue diseñado con buena voluntad y políticos honestos y pervertido despues por falsos demócratas con demasiada influencia autoritaria de los políticos y sus partidos y con vocación de engañar al pueblo para conquistar el poder del posfranquismo.
Desde entonces empezaron los males. La Constitución fue redactada por gente que le puso interés, generosidad y ganas de consensuarla para que fuera la Constitución de todos y así fuese duradera en el tiempo. Suarez fue el capitán de aquellos y el verdadero artífice, junto con el Rey, de la histórica efemérides.
El pueblo español, que era el más fiel e ilusionado con la democracia hace apenas cuatro décadas, es hoy un pueblo frustrado que desconfía de sus dirigentes y que repudia el sistema. Piensa que los políticos son el tercer gran problema del país y la corrupción pública el segundo. Solamente el drama de la economía hundida tiene más rechazo que los gobernantes que abusan y de los corruptos. Ese dato demoscópico es suficientemente grave para provocar la dimisión masiva de la clase política fracasada y el precintado de unos partidos políticos que, por el número de causas abiertas y en investigación por los tribunales, se parecen a bandas organizadas de malhechores.
El gobierno de Pedro Sánchez y sus aliados avanzan acumulando todo el poder posible y ya investigan a los ciudadanos para conocer sus ideologías, sus propiedades, gustos y debilidades. Nadie sabe qué información obtienen a través de Hacienda, el CIS y los servicios de inteligencia porque ese mundo está cubierto de opacidad y secreto, pero sí se sabe que aprovechan la demoscopia y leyes como la de Protección de Datos para avanzar cada día un poco más hacia una forma de tiranía que permita a los partidos controlar al pueblo y someterlo.
Es verdad, Pablo Iglesias, que en España el comunismo no tortura ni mata, pero sí alienta la violencia en las calles, genera inestabilidad y promueve leyes que limitan las libertades y derechos. Muchos analistas y observadores creen que si el comunismo español no va más lejos es sólo porque España está insertada en la Unión de la Europa libre y democrática, que no permite totalitarismos ni violaciones graves de los derechos ciudadanos.
23 Febrero 2021
Emilio Clemente Muñoz
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